Scopum Coaching · Alfonso Rodríguez, Sesiones de Coaching empresarial, deportivo y crecimiento personal
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Scopum Coaching · Alfonso Rodríguez, Sesiones de Coaching empresarial, deportivo y crecimiento personal

Corría el segundo punto del séptimo juego y Rafa Olmedo restaba para ponerse 5-2 y encarrilar el segundo set e igualar el encuentro. Su condición física no era la mejor, ya que hacia tan solo diez días que había vuelto a competir después de su última lesión y no atravesaba su mejor forma. En ese momento perdió tres puntos seguidos (40-15) y estaba más cerca el 4-3 que otra rotura a su favor. Perdió el juego (4-3) y comenzó a experimentar pensamientos negativos. Empezaron a aflorar ciertas emociones como ansiedad por no sacar el set adelante y miedo por perder el partido definitivamente. Todo esto también le provocó inseguridad en sus capacidades técnicas debilitando su autoconfianza (habilidad psicológica básica). Estos procesos son habituales en los deportes individuales como el tenis, ya que el tenista tiene que pasar mucho tiempo con la única compañía de sus pensamientos y existen múltiples dinámicas tanto positivas como negativas en las que es inevitable que aparezcan creencias disfuncionales.

A pesar de su mermada condición física y la existencia de cogniciones disfuncionales, sacó el siguiente servicio adelante (5-3). El riesgo de aparición de emociones negativas que pudieran desembocar en errores técnicos debido a los pensamientos negativos continuos seguía presente.

La situación era crítica y Rafa sentía que todo el público esperaba que cerrara la manga (creencia no validada). En su segunda oportunidad, disfrutó de dos puntos de set (40-15), pero apareció un nuevo inconveniente. Sus parámetros fisiológicos no estaban ayudando, y empezó a notar como el corazón se le aceleraba más de lo habitual y sus músculos experimentaban mucha tensión (activación fisiológica excesiva) fruto de esa creencia que acababa de aparecer. Sin embargo y tras un error no forzado de Martín Ayala, se adjudicó la manga e igualó el encuentro (1-1).

Podía parecer que la inercia del encuentro le favorecía, pero nada más lejos de la realidad. Los pensamientos negativos, la excesiva activación fisiológica y la limitación física que ya hemos comentado, le estaban perjudicando su estilo de funcionamiento mental y su autoconfianza. Sin duda visualizaba el último set con cierto miedo y ansiedad.

Avanzada ya la última manga, el marcador mostraba 4-3 para Ayala que estaba a dos juegos de la victoria, aunque todavía sin “breaks”. Durante este juego apareció un nuevo elemento en escena. Olmedo comenzó a notar como su atención hacia los elementos externos clave (pelota y oponente) disminuía. El cúmulo del cansancio físico, pensamientos y emociones negativas y activación fisiológica excesiva derivó en dificultades atencionales y cada vez era capaz de atender a menos estímulos externos clave “visión de embudo”. Además, su mermado funcionamiento atencional se focalizaba cada vez más en su cansancio muscular y agotamiento físico (aspectos internos), en vez de en los elementos externos importantes. Era un momento clave y no entendía lo que le estaba sucediendo.

Su rival logró un break decisivo (5-3). Olmedo veía el abismo demasiado cerca y los problemas atencionales le estaban provocando errores técnicos “groseros” e importantes que tuvieron un gran coste para él. Estaba contra las cuerdas. El marcador ya mostraba un 30-15 en contra, y Ayala servía para poner el 40-15 y disfrutar de dos puntos de partido.

Era la hora de restar y su dificultad de concentración en la pelota y el rival iba en aumento (foco atencional reducido-externo debilitado). Inevitablemente, su capacidad atencional únicamente era capaz de focalizarse en sus propios estímulos internos. Ayala efectúo un buen primer saque y Rafa únicamente fue capaz de pasar la pelota al otro lado de la red sin poder concentrarse en nada más. Sus pensamientos, inseguridad en sus capacidades y miedo a la derrota seguían presentes, y su oponente le zarandeó de un lado hacia el otro de la pista hasta llevarse el punto (40-15). La situación era ya agónica, su combustible físico era ya muy justo, y su activación fisiológica excesiva. En el siguiente punto Olmedo estaba agarrotado, con miedo en cada golpeo y con su capacidad atencional reducida-externa muy mermada. No era capaz de centrar su atención en los estímulos adecuados para poder ejecutar su estrategia de juego. En un golpe ganador, Ayala logró el punto definitivo y se llevó el partido.

Rafa encarrilaba cabizbajo el vestuario sin entender del todo lo que había pasado y como su funcionamiento psicológico había sido un enemigo más que un aliado. Era momento de dejar pasar unas horas, que la situación se enfriase y esperar al día siguiente a realizar un análisis más exhaustivo de lo sucedido para intentar buscar explicaciones.

La deficiente capacidad atencional (“visión de embudo”) fue el detonante que le ocasionó múltiples errores técnicos y lo que le condujo a un túnel cada vez más estrecho. Este es un claro ejemplo de una variable psicológica (atención) que provoca una merma considerable en el rendimiento deportivo. El primer paso para reconducir la situación es el análisis “post-competición”. Herramientas como la entrevista personal, la utilización de los autorregistros adecuados, o el visionado contribuirán a que el deportista evalúe objetivamente su actuación deportiva y el estado de su estilo de funcionamiento mental. Después, debemos realizar una valoración objetiva de la salud de las variables psicológicas implicadas y establecer estímulos antecedentes y consecuentes (análisis funcional de la conducta) que rodean los errores técnicos más importantes. Una vez encarrilado la raíz del problema (atención), focalizaremos nuestro esfuerzo en solucionar las cogniciones disfuncionales por medio de la reestructuración cognitiva (validación objetiva de pensamientos y búsqueda de alternativas), de esta manera también reduciremos considerablemente la posibilidad de aparición de emociones negativas. Posteriormente, y por medio del desarrollo e incorporación de protocolos de actuación específicos antes y durante la competición (entrenamiento psicológico), vamos a facilitar alcanzar el nivel de activación óptimo, con lo que reforzamos sus parámetros fisiológicos y adquirirá habilidades para autorregular su propia activación. Todas estas técnicas aumentan la sensación de control del deportista en la relación causa-efecto de sus actuaciones y van a elevar su autoconfianza hasta los niveles adecuados.

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